jueves, 1 de enero de 2009

El Organista

Acostado en nubes albas, a propósito del sepelio divino de un santo, busca un hombre la inspiración necesaria para deleitar el sacro gusto celestial.
No vaya a ser que el séquito del Omnipresente le vuelva a castigar con improperios y misiones infames contra naciones de iniquidad, ignorancia, peste y hambre por fallar en el único propósito de su vida.
Que éxtasis es necesario para que el mortal exprese su devoción a la pureza verdadera, a la idea absoluta de la existencia; es acaso necesario que el espíritu enviado del cielo se permita penetrar en los anales de la conciencia humana para la creación, o sean las musas o la paloma blanca la fuente inspiradora o sea la propia grandiosidad, el propio genio, la propia sabiduría.
Conforme pasa el tiempo, la teoría y la práctica constante se convierten en instinto y bajo esta propiedad la creación humana guiada por un inconciente ardiente fruto de la inspiración y la sensación desenfrenada de extrema admiración se consumen en ideas, pensamientos, poesía, música…
Se levanta, dispuesto a emocionar a multitudes y asombrar a hombres e inmortales. Decidido emprende el camino hacia el interior de la iglesia, un templo gigante de color esmeralda que eclipsa muchos astros y goza de increíble dulzura y serenidad. Adentro el pasillo dorado le direcciona a su puesto por detrás del altar de cedro debajo de la escultura adamantina de la divina trinidad. Se sienta frente al reflejo de su vida, de sus obras, de su razón de existencia y se dispone a entonar.
El órgano resuena en la catedral inmaculada del cielo.
Tímidos, los primeros acordes usan el sonido habitual del instrumento saludando cortésmente a los invitados y mostrando un respeto adecuado al fallecido. No debe pasar mucho tiempo, el respeto y la elocuencia de la cortesía conmueven y hartan a la gente en cualquier condición.
Rápido, un asalto continuo y exagerado de habilidad de izquierda y derecha que se acompañan armoniosamente con las trompetas pedaladas…quien corre, quien vuela en la tormenta, quien se abalanza sobre los siervos…arpegios no permiten descanso; la melodía perfecta es la caótica tormenta, los rayos golpean los mosaicos ornamentales, el temor es sembrado contra el piso, el altar, las estatuas, los ídolos quieren despertar y volar.
Cruel y hermosa la melodía incentiva miedo; la ejecución maravillosa....Dios está complacido, será su espíritu el provocador de semejante destello de hombre. No. Es su propia magia creativa. La obra es pulcra, perfecta como la sagrada invocación del centro del cielo: origen y creación.
Ahora el terremoto musical provoca expectativa, se cae una estatua, ángeles débiles del séquito tartáreo se alejan de la capilla, el corazón debe ser fuerte para resistir el maremoto que quiere acabar con el templo y que se asemeja a la voz del Creador.
Insiste con paulatina calma, el temor no harta, el suspenso mantiene el interés…Suave, un susurro al oído de los oyentes que reciben la caricia musical y le hacen parte suya y admiran y se sienten puros y desean más y al borde del pecado de deseo físico esperan la siguiente sorpresa: un sutil aroma terrenal, la delicadeza de la lluvia, el viento en el valle, el paisaje verde y floreado primaveral; son las olas? Se alborotan rápido y crecen y crecen y se hacen muy largas y caen contra el azul de su nacimiento y se pierden y resucitan de nuevo.
Es grandioso el cuento del que disfrutan los altos serafines en las primeras filas. Juzgan adecuada la presencia del hombre que con su música rivaliza con ellos, con su poder, con su mente magnánima…el hombre se hace un lugar en los más sagrados templos y quiere inmortalizarse en ellos y para eso su obra le da el derecho de destruirlos…
Tranquilo de nuevo armoniza despacio y tímido como en otrora recordando respeto y dignidad termina con acordes delicados, apagados, muertos. El último momento es marcado por el desfallecimiento apoteósico del sonido. Dios está complacido.
- Es para mí la obra hijo?
- Que sea para los que escuchen y sientan el poder más puro del universo mi Señor…

Escrito por: Vak (Daniel Romero)

Obituario, un viaje personal

El pasado 20 de Diciembre se conmemoró el duodécimo aniversario del fallecimiento de uno de los científicos más conocidos del siglo XX: Carl Sagan.
Su singular elocuencia y la capacidad incomparable de convertir los conceptos inasequibles de la física teórica (por sí misma cruda) en nociones familiares fácilmente manejables son legendarias.
El Quinto Pilar tuvo la oportunidad de familiarizarse con su producción, a manera de divulgación, más famosa, Cosmos que marca un antes y después en las series-documentales de carácter científico. A lo largo de trece capítulos el “Sr. Sagan” recorre la ciencia desde sus orígenes dotándole de un aire épico realmente inspirador que despertó, despierta y seguirá despertando ansias de verdad y conocimiento en las mentes ávidas e inquietas.
La misma producción televisiva se convirtió en un libro sin precedentes que llevó el mismo nombre. Gracias a la tecnología de DVD y este libro toda la información que el gran vocero enunció en su época está disponible y al alcance de la mano para muchas personas; les invitamos a que sean ustedes también testigos de una obra de calidad.
El gran mérito de Sagan fue que, gracias a sus dotes naturales de educador, no descuidó nunca al mundo no científico permitiéndolo acceso a tal información y logrando uno de los objetivos que nuestro grupo persigue hoy por hoy: Hacer entender a la gente que la ciencia es alcanzable, comprensible, en todo aspecto fascinante y permite al buen entendedor apartarse del funesto conformismo que llena de infamia esta cultura.
El camino a las estrellas sigue plagándose de nuevos descubrimientos gracias a tecnologías perfeccionadas (nuevos telescopios terrestres y satelitales, muestras recolectadas de la cola de cometa, gigantes aceleradores de partículas …) , hasta dónde volaría el diente león, tú nave de la imaginación, en está época?? Que felicidad te daría saber que se descubren diariamente planetas fuera de las órbitas del sistema solar y que poco a poco nos acercamos a encontrar ese hermano lejano que permita el florecer vitalicio de tus sueños; como verías atento la tierra anaranjada de Marte con los robots Spirit y Opportunity en pleno funcionamiento sobre su superficie; te alegraría afirmar que conforme pasan los años “el Universo sigue siendo tan indiferente, no hermoso ni hostil, para el hombre”.
Gracias Carl por ensañarnos, al igual que muchos otros, que el único camino es el de la verdad que se forja con esmero, esfuerzo y mucho trabajo al igual que las armas que se llevaban los varones a la batalla. Más dura es la lid ahora no por ser de heridas o desangramientos sino por ser de oprobios, injurias e improperios mal fundados en cimientos pobres como el de la fe ciega y el temor.
Escrito por: Vak