El cúmulo abierto de las Pléyades (M45) ha tenido varios significados para distintas culturas. Nótese que forma una figura antropoide desde esta perspectiva. Créditos: NASA/ESA/AURA/Caltech
Posición de las Pléyades en el cielo nocturno. Se muestra el cielo como se vería desde Quito cuando Sirio sale por el horizonte. Imágen captura con el software astronómico Stellarium.
Representación de las Pléyades por Elihu Vedder.
El culto por los difuntos me ha fascinado desde mis primeros encuentros en la niñez. Me parece tan curioso el amplio espectro de posibles celebraciones, como la solemne ofrenda de colada morada y guagua de pan a los familiares que ya no acompañan, típica en los Andes de Ecuador, o la algarabía que se vive en México con los desfiles de calaveras y amuletos, como pretendiendo comunicar a un desconocido designio del Cosmos la, en última instancia, equívoca sentencia de que la muerte es incapaz todavía de aventajarnos en la carrera. A pesar de su constante presencia le ponemos especial atención a este suceso en una corta época del año; cabe pensar entonces que algo muy importante debió haber ocurrido, ¿Qué fue ello? Bien se pudiera vivir un ambiente de consternación meditabunda al finalizar las festividades de Año nuevo, cuando las pobres almas infortunadas oprimidas por el trajinar del mundo optan por no atreverse a lanzarse a los descollos del siguiente año y dar fin a su patética existencia; los sobrevivientes se regocijarían al reconocer en el irónico velo del infortunio que felizmente ese no fue el destino deparado para ellos. O bien, puede celebrarse festivamente en un mes como septiembre; también aquí continúan los estragos del Año Nuevo, a pesar de que 9 meses contados ya han pasado, y también nos llenamos de guaguas, pero no de pan; si fuera en un mes como septiembre sería aquello una forma efusiva de declarar que aún falta largo para que la parca cierna sus frías y delgadas manos sobre el velo de la humanidad. Coincidentemente la fecha en que se celebra esta conmemoración, a inicios de noviembre, está en un punto medio entre ambas posibles postulaciones. El orígen detrás de la elección de esta fecha se esconde en un signo presente en la memoria colectiva de civilizaciones antiguas, y que actualmente muchos pasan por encima de su lectura. Este signo no está escrito solamente en el enpolvado almanaque gregoriano de un cura (de hecho este es uno de sus últimos repositorios, y donde más se ha extraviado el significado original), sino en un lugar algo más imperecedero. Para ello debemos alzar la vista al cielo. Hacia el negro profundo donde todas las noches renace la perdida generación de héroes, bestias y semidioses.
La primera vez que vi las Pléyades fue en una noche de Septiembre. Te deja sobresaltado la forma particular que presentan. Hasta ese momento una de las pocas referencias que tenían eran las típicas historias presentadas por mi compatriota Jaime Rodríguez acerca de civilizaciones extraterrestres oriundas de esas regiones; seres de raza aria que gustaban de abducir, aunque sea en pijamas, a uno que otro infortunado con quien entrenerse contándole los secretos del mundo, revelaciones que iban a perderse en alguno que otro talkshow (qué mala la puntería de los desventuradas viajeros, y eso que debieron haber recorrido al menos 350 años luz). Sin aludir a cualquier afirmación ufológica o mística se puede notar que las pléyades son un grupo especial de estrellas, de cuantas pueden ser vistas sin ayuda de telescopio, cuyo resplandor destaca a simple vista en su vecindad estelar debido a la presencia un halo luminoso envolvente. Intenta observarlas. En esta época del año aparecen por el horizonte a cerca de las 19:00 y se ocultan a las 7:00, así que tienes casi toda la noches para buscarlas (Ascensión recta: 3h46’; declinación: +24º02’ – para ver una explicación del significado de estas coordenadas haz click aquí). Una buena forma de orientarse es a través de Aldebarán, el ojo del toro en la constelación de Taurus; esta estrella aparece con un color rojizo fuerte, rodeada de un grupo de estrellas más pequeñas que forman una “v” (las hiades). Las pléyades aparecen a un radio de 13,8 arcmin hacia el norte de Aldebarán (vista desde la Tierra la Luna tiene un diámetro cercano a 0,5 arcmin, así que imagínate una línea compuesta por 27 lunas contiguas para encontrar las Pléyades a partir de Aldebarán). No te será muy difícil, aparecen como una mancha luminosa con un tono azulado, conteniendo cerca de 6 estrellas fáciles de ver, y concentradas todas en un espacio más reducido aún que el que ocupa la Luna en el cielo. Pero si piensas que puedes tener problemas para ubicarlas a pesar de esta explicación, entonces haz click aquí para que puedas descargar un software gratuito (Stellarium) que te permite conocer la posición de los astros en el cielo desde cualquier punto de observación en la Tierra.
Posición de las Pléyades en el cielo nocturno. Se muestra el cielo como se vería desde Quito cuando Sirio sale por el horizonte. Imágen captura con el software astronómico Stellarium.
Según la mitología griega las Pléyades son ninfas hijas de Atlas y Pleione. Orión, el mejor cazador entonces, quiso un día, en sus arrebatos de arrogancia, probar suerte con las deidades, y decidió tener a las Pléyades como trofeo. Vio Zeus que el descomunal hombre las perseguía y se compadeció de ellas, transformándolas en palomas (Pléyades en griego significa grupo de palomas) para que vuelen y se resguarden en el cielo. Las Pléyades aparecen protegidas por las patas de Taurus (una representación de Zeus, ya que éste se convirtió en toro la vez que se acercó a Europa) mientras la Orión, también presente en la bóveda celeste, muestra su arco extendido en dirección a las hijas de Atlas.
Representación de las Pléyades por Elihu Vedder.
Este cúmulo estelar, que para los griegos representaba en sí mismo una constelación, ha sido identificado de diversas formas a través de distintas civilizaciones antiguas. Desde cierto ángulo las se sugiere una silueta humanoide. Los sumerios lo relacionaban con Enlil, una deidad suprema que gobernaba los cielos. Para los hindús eran la representación de Kartikeya, el dios de la masculinidad y la guerra. Según la mitología Eslava es la figura de Baba Yaga, la bruja que devoraba niños. En el Talmud se menciona que Dios eliminó dos estrellas de esta constelación y la hizo aparecer en el día, provocando el Diluvio Universal. La Bilbia también las menciona en los libros de Job y de Amós. Los incas tenían en sus templos sucancas (pilares periféricos a una plataforma donde se realizaban actos ceremoniales alineados con el centro de la plataforma y con el punto donde un objeto astronómico cortaba el horizonte sea en su ascenso o descenso) dedicados a este cúmulo; es un tendencia en la arqueoastronomía buscar en los templos incaicos evidencia de adoración al Sol, la Luna y las Pléyades. Para ellos ésta era la constelación más importante, denominada Colca y su desaparición del cielo nocturno marcaba el inicio de la temporada de cosecha.
Extrañamente muchas de estas culturas tienen ceremonias en honor a la culminación de las Pléyades (época del año en el que estas estrellas pasaban el meridiano, es decir, alcanzan al punto más alto en el cielo al que pueden llegar, a la medianoche), que ocurría alrededor del 17 de noviembre. Y más extraño aún en estas culturas la culminación de las pléyades está asociada con un evento catastrófico. Los aztecas solían celebrar cada 52 años, en esta fecha, un ritual que incluía un sacrificio humano para tratar de contrarrestar un posible fin del mundo. Durante el apogeo del Imperio Persa muchas personas obtenían gracia del rey en cuanto a sus demandas si éstas las hacían en esta fecha, me imagino que para evitar una posible maldición sobre el reino. Los peruanos dicen que fue en un culminación de las pléyades cuando los españoles empezaron su conquista a los incas. El astrónomo William Olcott relacionó esta coincidencia con una posible catástrofe a nivel mundial que ocurrió cuando hubo culminación de las Pléyades, como el Diluvio Universal. Otra posible explicación es que hubo un suceso astronómico cerca a las Pléyades de gran notoriedad. De todas formas la causa inicial todavía no ha sido resulta.
Los druidas también celebraban este acontecimiento, aunque con unos días de adelanto. Ocurría el 31 de Octubre, 1 y 2 de noviembre. Ellos realizaban la ceremonia del Black Sabbath, orando a las Pléyades para evitar que el mundo de los muertos se junte con este y caiga una peste sobre los cultivos. En los países anglosajones se celebra en la primera fecha el Halloween, una práctica que se ha difundido por dondequiera que hay influencia “gringa”. Aunque si bien la noche de brujas puede considerarse una fiesta anglosajona, el rendir un culto relativo a la muerte tiene raíces más profundas. He escuchado a muchas personas del país criticar la celebración de Halloween por esta razón (el conocido conflicto entre día de las brujas y día del escudo nacional); incluso hay quienes lo critican por el pasado druida. Y sí, aquí en Ecuador tenemos nuestra propia celebración a los difuntos, pero recordemos en qué fecha se realiza. Es la misma que ocupaban los druidas para sus rituales, a pesar que muchas otras culturas lo hacían cerca del 17 de noviembre. Además, Halloween viene de la voz inglesa “All Hallows Eve”, la víspera de todos los santos, nombre que más bien suena a algo litúrgico.
La fiesta del día de los muertos que se vive en Ecuador es una derivación de celebraciones cristianas; viene del tiempo de Gregorio III y Gregorio IV. Los nombres apropiados son El Día de todos los Santos (1 noviembre) y el Día de todas las Almas (2 noviembre); y claro está, también se acostumbraba celebrar la víspera de todos lo santos, no necesariamente con calabazas ardientes. Este es otro de los varios ejemplos acerca de la forma en la que la Iglesia Católica fue expandiéndose imponiendo sus templos sobre otros ya construidos, cambiando tradiciones tildadas de paganas por otras supuestamente más cercanas a lo que Dios manda. Sin embargo, no por ello podemos dejar de considerar que es una forma en la que las tradiciones evolucionan. No podemos afirmar que las historias griegas hayan tenido su origen en ellos, y de hecho hay mucha evidencia que nos dice que no es así (el cielo supuestamente griego que vemos todas las noches es una derivación de tiempos babilónicos y sumerios, principalmente). Tal vez lo único penoso es que durante estas celebraciones es tradicional fijar la mirada en el suelo, ahí donde yacen los muertos; como si algún designio misterioso quisiera encadenar nuestra atención a las lápidas para que no podamos alzar la vista y ver con nuestros propios ojos los astros y reconocer sus secretos epitafios, escrituras agonizantes de antiguas culturas. La próxima vez que tengas el cielo despejado, os invito a que despejes la mente por un momento y busques estos signos, más perennes que cualquier mausoleo o mármol lapidario.
Inserto Científico (Astrofísica):
¿Qué son las Pléyades?
Las pléyades (catalogadas como M45 en la jerga astronómica) son un cúmulo estelar abierto fácilmente visible, en parte por su cercanía a la Tierra (350 años luz aproximadamente). Las estrellas que lo conforman se originaron en la condensación de una nube de gas remanente de la explosión de una estrella (lo que da el aspecto de halo fantasmagórico). Cuando esta estrella murió se produjo una explosión de la misma que lanzó el material del que estaba compuesto en forma de una nube de gas que creció hacia su periferia. Mientras el gas se fue alejando del centro el ímpetu fue disminuyendo paulatinamente, de la misma forma en que un al colocar un tinte en el agua éste empieza a esparcirse rápidamente pero después se desacelera. La fuerza de gravedad del propio gas eventualmente fue venciendo a su fuerza de expansión de forma que se contrajo den distintos puntos, formando distintos cúmulos de gas. La presión ejercida por el gas atraído en cada punto desencadenó las reacciones termonucleares que producen el brillo de las estrellas. La energía despedida por estas reacciones ionizó el gas alrededor, provocando que éste brille. Es así como se formaron nuevas estrellas que todavía están envueltas en su gas primigenio remanente de la “muerte” de otra estrella. Curiosamente las pléyades recuerdan a muchos científicos la danza entre la vida y la muerte, así como lo hacían para las culturas antiguas, aunque en distintos planos.
Reitero la invitación para que probéis con vuestros propios ojos el delirante ejercicio de leer la escritura del cielo. La cultura astronómica ha estado vigente en todas las grandes culturas, y la verdad es que su iniciación no toma mucho esfuerzo. Como Quinto Pilar seguiremos al tanto de posibles eventos astronómicos para el futuro a realizarse con cualquier persona interesada en el asunto, como lo hicimos en la Semana Mundial del Espacio. Mantente en contacto con nosotros si deseas conocer más al respecto.
Escrito por: Cetrero
Escrito por: Cetrero
1 comentario:
super bien Carlitos, me gusto mucho lo que escribiste, y esas fotos del World space week nunca las voy a encontrar, mejor pon el link directo... porfa...
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