Desde antaño todo el mundo se ha cuestionado acerca del interior de esa grisácea estructura, tan maravillosamente construida; y desde antaño también nadie ha podido hacer más que mirarla. De cuando en cuando hace muchísimo ruido y solo se puede contemplarla: ver las ventanas con luces encendidas que alternan apagándose unas con otras, escuchar gritos alegres y risas estruendosas. Si bien esos son sus extremos siempre está habitada, siempre está en actividad.
Un buen día cierto hombre decidió pararse frente a la puerta, la golpeó y tras esperar un rato salió un mayordomo: Alto, flaco, no muy esbelto de traje negro listo para cumplir servicios. Le pidió permiso para entrar, el mayordomo se apartó de la puerta dejándole en libertad el camino…No pudo entrar, el corredor de donde había salido el atendedor era ahora una pared maciza y sólida, a manos libres impenetrable. Si el deseo intrínseco de todas las personas era conocer qué había en el interior de la casa y esa posibilidad les era vedada había que trabajar con lo que se tenía: una consulta a su habitante interior.
El encargado con gusto respondía cualquier interrogante. Luego de muchas encuestas se constata que siempre cambia de nombre y personalidad, de hecho parece que se adapta dependiendo quien le pregunta; denota mucho conocimiento sobre el mundo y desenvolvimiento lingüístico, es todo un erudito y podemos imaginarnos que en la mansión no es más que el que cumple órdenes. Ahora, información respecto a lo que pasa adentro no revela nunca, mas por ignorancia franca que por no querer hacerlo, quizás hasta respondiera gustoso. Como él siguieron muchos otros que hacían lo mismo: golpeaban la puerta, esperaban, el mayordomo salía y le interrogaban pero ahora interrogaban con la esperanza de solucionar el misterio del interior estudiando “científicamente” al sujeto de negro. Se puede afirmar con seguridad que toda la información que de esta forma se obtenga será subjetiva, improbable y de difícil comprobación.
Así aparecen aquellos individuos que se proponen destruir el muro. Luego de mucho trabajo logran romper la pared protectora y penetran en la casa. La emoción de entrar por fin dentro de este objeto de conocimiento se ve truncada con la decepción de no hallar nada…tras una inspección completa solo se ven paredes, ventanas, estructura de sostén que simplemente sirve para evitar derrumbes en la casa. Algunos de estos curiosos indignados trataban locamente al mayordomo intentando entender tal discordancia, algunos hasta lo asesinaron infructuosamente pues al otro día el mismo hombre volvía a salir.
Se establecieron entonces dos sitios distintos de estudios que trataban de interrelacionarse e integrarse entre sí: los que estudiaban el interior de la casa, cada cuarto, cada ventana, cada singularidad y los que estudiaban al mayordomo, sus cambios, sus gestos, su forma de interactuar; en este último campo se hicieron muchos adelantos con el tiempo pues algunos hombres renombrados como James W. o Wundt W. hallaron una especie de patrones repetitivos en el comportamiento y el pensamiento del mayordomo respectivamente. En el primer campo muchos llegaron a encontrar estructuras realmente maravillosas que permitían el sustento de la casa, ahí están Willis T. y otros muchos…
Un buen día cierto hombre decidió pararse frente a la puerta, la golpeó y tras esperar un rato salió un mayordomo: Alto, flaco, no muy esbelto de traje negro listo para cumplir servicios. Le pidió permiso para entrar, el mayordomo se apartó de la puerta dejándole en libertad el camino…No pudo entrar, el corredor de donde había salido el atendedor era ahora una pared maciza y sólida, a manos libres impenetrable. Si el deseo intrínseco de todas las personas era conocer qué había en el interior de la casa y esa posibilidad les era vedada había que trabajar con lo que se tenía: una consulta a su habitante interior.
El encargado con gusto respondía cualquier interrogante. Luego de muchas encuestas se constata que siempre cambia de nombre y personalidad, de hecho parece que se adapta dependiendo quien le pregunta; denota mucho conocimiento sobre el mundo y desenvolvimiento lingüístico, es todo un erudito y podemos imaginarnos que en la mansión no es más que el que cumple órdenes. Ahora, información respecto a lo que pasa adentro no revela nunca, mas por ignorancia franca que por no querer hacerlo, quizás hasta respondiera gustoso. Como él siguieron muchos otros que hacían lo mismo: golpeaban la puerta, esperaban, el mayordomo salía y le interrogaban pero ahora interrogaban con la esperanza de solucionar el misterio del interior estudiando “científicamente” al sujeto de negro. Se puede afirmar con seguridad que toda la información que de esta forma se obtenga será subjetiva, improbable y de difícil comprobación.
Así aparecen aquellos individuos que se proponen destruir el muro. Luego de mucho trabajo logran romper la pared protectora y penetran en la casa. La emoción de entrar por fin dentro de este objeto de conocimiento se ve truncada con la decepción de no hallar nada…tras una inspección completa solo se ven paredes, ventanas, estructura de sostén que simplemente sirve para evitar derrumbes en la casa. Algunos de estos curiosos indignados trataban locamente al mayordomo intentando entender tal discordancia, algunos hasta lo asesinaron infructuosamente pues al otro día el mismo hombre volvía a salir.
Se establecieron entonces dos sitios distintos de estudios que trataban de interrelacionarse e integrarse entre sí: los que estudiaban el interior de la casa, cada cuarto, cada ventana, cada singularidad y los que estudiaban al mayordomo, sus cambios, sus gestos, su forma de interactuar; en este último campo se hicieron muchos adelantos con el tiempo pues algunos hombres renombrados como James W. o Wundt W. hallaron una especie de patrones repetitivos en el comportamiento y el pensamiento del mayordomo respectivamente. En el primer campo muchos llegaron a encontrar estructuras realmente maravillosas que permitían el sustento de la casa, ahí están Willis T. y otros muchos…
Escrito por: Vak (Daniel Romero)
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