21/03/1685
A decir verdad no tengo un calendario (...voy a hacerlo) de esos especiales donde se marcan las fechas que a uno generalmente, por importantes y paradigmáticas, le toca celebrar. Peor aún, el calendario utópico en el que se recuerden todas aquellos cumpleaños y días importantes para la ciencia, el arte, la historia, la filosofía, el progreso de la humanidad; este calendario solo está gigantesco en sueños idealistas. Sin embargo, hipotetizo la posibilidad de que todo sueño idealista puede encontrarse, a veces con una facilidad ridícula, en el corredor infinito de información que es el internet. De hecho, generalmente basta abrir el google para que los diseños embelezantes y singulares del título de la página nos recuerden algunas de estas fechas. Hoy, extrañamente, nadie dijo nada.
Así que es la casualidad primorosa quien se ha encargado de informarme que hoy se celebra el cumpleaños de uno de los más grandes de la humanidad: Johan Sebastian Bach.
Miles de tributos se han hecho al gran maestro, pero uno de los mejores y más atractivos es la película de Pere Portabella: EL SILENCIO ANTES DE BACH, que apareció en 2007.
El título de por sí es sugerente: nada antes del gran músico, algo que el director plasma con una fuerza enternecedora en aquella escena en la cual, desde un puente, se lanza al agua un piano que al estrellarse y despedazarse y crujir entre las olas rabiosas, no emite el más mínimo murmullo. El observador ingresa en ese instante a la mente de uno de los protagonistas que piensa en la figura del silencio antes del gran creador.
Es una película recomendable para el melómano incansable que es capaz de ensalzarse y llenar su alma de música clásica y explotación visual pura. El argumento no es la idea de la película, por esta razón se permite la utilización de figuras oníricas e "imposibles" con la finalidad de otorgar fuerza al contexto que se desea plasmar: La música de Bach, inmortal como ninguna otra, se enriquece con los tiempos; su legado e influencia transmutan y se hacen uno con la historia de la humanidad.
La escena que se presenta al principio de esta narración permite aclara el punto y observar la transmutación. El director hubiese podido eliminar fácilmente la "bulla" de los trenes para exaltar la pureza de la melodía. No lo hace, no por ser principiante o despistado, sino porque responde a una expresión más profunda. La melodía de Bach interpretada por los jóvenes artistas en el metro es símbolo de cotidianidad y adaptación al medio hostil que representa la ciudad. Los golpeteos rudos del tren recuerdan la época rigurosa para la música clásica; la potencia interpretativa de los muchachos del tren la enfrentan, un concierto de poder.
La escena tiene otro detalle más: El director podía dejar vacío el tren y usar la música como fondo. Hace lo contrario, contrata una hueste de músicos que se sientan a interpretar. Los seres humanos son solo un medio gracias al cual los cellos, movidos por la partitura de Bach, pueden expresarse. Al final de la escena, salen los músicos y hábilmente el director prohibe primeros planos de los interpretes; se filman tan solo sus espaldas, su caminar pero siempre en escena la totalidad del instrumento que es el caudillo de esta parte del rodaje. Al final suben las gradas cellos en vez de seres humanos, cellos gráciles luego del desfogue artístico del maestro.
Para mejor deleite, aquí está el trailer de la película:
Escrito por: Vak
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