viernes, 15 de abril de 2011

Resistencia bacteriana a los antibióticos


Por: Daniel A. Romero-Álvarez
Twitter: @Vakdaro


Una de las experiencias tangibles que vivimos día a día y que es prueba fehaciente de los mecanismos de la evolución, es la lid que se desarrolla en cuanto a infecciones se refiere. Las bacterias son las responsables de muchas de estas y antes del descubrimiento de la penicilina en 1928 el ser humano tenía todas las de perder.

Alexander Fleming desarrolló la primer arma en contra de los gérmenes, la historia es harto conocida: analizando muestras contaminadas de su laboratorio observó que las que estaban contaminadas inhibían el crecimiento "normal" de los organismos cultivados en las cajas petri; al aislar el agente contaminante observó que el responsable, el hongo Penicillinum notatum, podía destruir las bacterias. Con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial y la comercialización generalizada de la penicilina, desde 1943, la penicilina probó ser la pócima definitiva de la medicina...pero en 1947 empezaron los problemas; y la razón de lo que sucedió en ese entonces es lo que pasa ahora mismo en cualquier lugar del mundo en el que participen humanos, gérmenes y antibióticos.

Siendo seres vivos, las bacterias son organismos dinámicos y, como tales, están sometidos a las reglas que impone la evolución de las especies. Su material genético, posee determinado rango de mutaciones que le confieren “per se” cierto fenotipo de resistencia. Al administrar un tratamiento antimicrobiano sin sentido acabamos con la población bacteriana que no posee este fenotipo, eliminamos la competencia, y permitimos que las cepas resistentes puedan proliferar libremente para formar una nueva población que es inmune al tratamiento.

Aquí se observa un medio de cultivo bacteriano que lleva el nombre genérico de antibiograma. Las pastillas blancas representan determinado tipo de antibiótico, los halos trasparentes representan la susceptibilidad del organismo al mismo: más grandes, más susceptibles
En el caso del Estafilococo aureus (el microbio de las cajas petri de Fleming) la penicilina ejerce su acción bactericida inhibiendo la formación de su pared celular para lo cual se adhiere a los receptores de penicilina de dicha pared (proteínas ligadoras de penicilna, PBP en ingles); aquellas bacterias que tenían menor afinidad para esta adherencia se seleccionaron naturalmente para formar toda una población sin afinidad por la penicilina. Más tarde, los estafilos optimizaron su arsenal en nuestra contra con el desarrollo de enzimas capaces de lisar la penicilina (penicilinasas) asegurando más puntos para su defensa. Prestos los investigadores desarrollaron inhibidores de estas penicilinasas (sulbactam, ácido clavulánico) con lo que se recuperó algo del terreno perdido. Siendo las precursoras, el núcleo químico de las penicilinas (ácido 6 amino penicilánico + anillo beta lactámico) fue el sustrato para toda una serie de antibióticos: las aminopenicilinas, los carbapenémicos, los monobactámicos; sin embargo, cada uno de estos, a la larga, ha encontrado su respectivo némesis bacteriano.

Conforme se desarrollaban otros grupos de antibióticos, las bacterias evolucionaban sus armas de defensa particulares. La eritromicina, por ejemplo, actúa inhibiendo la formación de proteínas bacterianas al comprometer el funcionamiento de sus ribosomas; el estreptococo pneumoniae hace de las suyas con proteínas capaces de expulsar el medicamento fuera de su citoplasma con lo que inhibe su mecanismo de acción.

Mecanismos de resistencia bacteriana: Rojo.- Enzimas que degradan el ATB (penicinilasas); Gris.- Bombas que eliminan el ATB; Amarillo.- Plásmido de adquisición de resistencia. ATB = antibiótico

Además de las características mencionadas, una situación particular que permite el desarrollo de resistencia es el hecho de que las bacterias pueden realizar “adquisiciones genómicas” a través de, por ejemplo, plásmidos: paquetes de genes que se encuentran en el medio extracelular. Este medio es sumamente importante ya que la capacidad de resistencia genética de una especie de bacteria puede migrar hacia otra especie convirtiendo a bacterias inocuas en multiresistentes. Es lo que ha sucedido por ejemplo con bacterias como Escherichia coli, que cuenta con cepas que han incorporado en su genoma algunos de los segmentos genéticos implicados en la formación de carbapenemasas.

En los últimos años, nuestro país también ha estado seriamente involucrado en esta cruzada. La Dra. Jeannete Zurita, cofundadora y coordinadora de la Red Nacional de Vigilancia de Resistencia Bacteriana en Ecuador (REDNARBEC) encabeza la investigación en cuanto a microorganismos resistentes en el país. El día de ayer el Quinto Pilar asistió a una charla sobre esta cuestión con información un tanto alarmante. Desde el 2003 se encuentran circulando en el país bacterias con genotipo BLEE: beta lactamasas de espectro extendido por sus siglas en inglés, estas presentan enzimas capaces de lisar a penicilinas, cefalosporinas y monobactámicos...lo que deja a los carbapenémicos como el último arsenal antibiótico...ahora, en el mes de Octubre del año anterior, en Azogues - Cañar, se aisló una Klebsiella pneumoniae productora de carbapenemasas (tipo KPC-2) con la gran habilidad de lisar estos últimos, y no es la única, la resistencia a carbapenémicos por parte Pseudomona aereuginosa en nuestro país es mayor del 40%. El aumento de resistencia por parte de Escherichia coli (>60% de cepas) a ciprofloxacina (antibiótico que inhibe la girasa del DNA y por tanto daña el DNA bacteriano) en infecciones inocuas de las vías urinarias ha llevado a la suspensión de este medicamento al tratar esta patología.

Uno de los datos más interesantes que se topó en la charla es aquel que corresponde a los nuevos antibióticos. Dado que son desarrollados por empresas extranjeras, cumplen la función de solucionar problemas extranjeros. Enterococo faecium y Estafilococo aureus son los más importantes patógenos en EE.UU y otros sitios del mundo pues paulatinamente han desarrollado resistencia a vancomicina, nuestra última carta de defensa. Así que los nuevos fármacos desarrollados: daptomicina, linezolid, tygeciclina, quinupristin-dalfopristin, etc, están enfocados en atacar estas bacterias que en países latinoamericanos tienen una menor relevancia clínica comparado con bacterias como Escherichia coli, klebsiella penumoniae, pseudomona aeruginosa, etc; cuyas tasas de resistencia y patogenia son más elevadas y para las cuales no se investiga nuevos agentes terapéuticos.

Somos nosotros uno de los grandes culpables en esta orquesta. Cuando estamos resfriados (secreción nasal, estornudos, malestar general, etc) acudimos enseguida a una farmacia donde se nos entregan 5 tabletas de, digamos, azitromicina sin ni siquiera habernos examinado. Llegamos a casa, tomamos una, otra y al sentirnos mejor dejamos ahí el resto de medicación, “para otra ocasión”. Aquí hay dos errores garrafales:
1. La mayoría de infecciones respiratorias son de origen viral, mismas que tienen un carácter autolimitado, es decir, tienen una resolución que solo amerita tratamiento sintomatológico. Los antibióticos son medicamentos usados contra las bacterias, no son ANTIVIRALES.
2. El tratamiento usual de azitromicina es de 5 días, al tomar solo tres días estamos predisponiendo el desarrollo de cepas resistentes.
3. Existe otro error, el farmacéutico no es médico, existen criterios clínicos estrictos para determinar cuando una enfermedad respiratoria amerita o no el uso de antibióticos, no se prescriben de rutina.

Para la época en que Alexander Feming hizo su gran descubrimiento, la evolución por vías de la selección natural era aceptada con creces; observando la distribución indiscriminada de la penicilina recalcó:

“La gran capacidad de maldad en la automedicación es el uso de muy pequeñas dosis, así, en vez de curar la infección, los microbios son educados a resistir la penicilina (…) En este caso, aquella persona, sin cuidado, jugando con el tratamiento de penicilina, es moralmente responsable por la muerte del hombre que finalmente sucumbirá a la infección con el organismo resistente a la penicilina. Espero que este mal pueda ser advertido…”

1 comentario:

Carlos Antonio Rodríguez dijo...

Una acotación a esta excelente reseña, tampoco es la solución tomar mucho del antibiótico para no dar ni la menor oportunidad a las bacterias de generar restistencia, pues el arsenal químico también puede afectar a bacterias benéficas que residen en nosotros. Lo mejor es la vigilancia médica, como bien lo haz dicho. Debería haber algún tipo de certificación o algo así para los médicos que se les otrogue si cumplen con una serie de lineamientos, que podrían ser delineados por esta red de vigilancia de resistencia los antibióticos; así uno, como paciente, podría saber si el doctor me está recetando de manera prudente.