Nube de smog en la ciudad de México. Fotografía por arndw, Flickr Creative and Commons |
Las arterias son vasos sanguíneos elásticos
que tienen como función transportar la sangre por el cuerpo. Cuando pierden su elasticidad
se engrosan y se vuelven rígidas (arterioesclerosis) lo que provoca que la presión arterial se
incremente. Ésta es una de las causas más importantes del denominado riesgo
cardiovascular, una condición que describe la afectación progresiva que causa
daños al corazón y eventualmente la muerte. Se conoce que la exposición crónica
a los contaminantes propios del tráfico vehicular, una mezcla de monóxido de
carbono (CO), compuestos orgánicos volátiles (benceno, formaldehído, etc),
partículas de materia (PM), etc; tienden a provocar este tipo de rigidez arterial en los adultos que han sido
constantemente expuestos. El equipo del Dr. Rodrigo Armijos del Centro de
Biomedicina de la Universidad Central del Ecuador y del Centro de Ciencias de la
Salud Pública de la Universidad de Texas en El Paso – EEUU, realizó una
investigación para determinar si los niños también pueden presentar esta rigidez
arterial como consecuencia de respirar
aire contaminado.
Para realizar el experimento se recolectaron los registros de contaminación del aire de la ciudad de Quito-Ecuador, de los monitores de aire central en tres barrios (El Camal, Cotocollao y Los Chillos) desde 2005 hasta 2010. También se recolectaron datos (edad, peso, género, etc) de 287 niños entre 7 a 12 años de residencias ubicadas en un radio de 5 km de los monitores. A cada niño se le realizó un ultrasonido para determinar el engrosamiento de la arteria carótida, un importante indicador de la rigidez. Además, se estableció que el riesgo de exposición a contaminantes de tráfico vehicular era mayor dependiendo de la distancia a una vía transitada.
Al realizar la asociación estadística entre el
engrosamiento carotideo y la distancia al tráfico vehicular, los investigadores
encontraron que los niños cuya residencia se encontraba a menos de 100 metros
de las vías con mayor tránsito tenían un engrosamiento arterial de 11 a 15%
mayor con respecto a los que vivían a una mayor distancia. Los investigadores
advirtieron con claridad la necesidad de realizar más estudios para poder
inferir una consecuencia directa de este tipo de afectación en la población de
estudio a lo largo del tiempo.
El artículo original completo, disponible (open-access) en: http://www.hindawi.com/journals/jeph/2015/713540/
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