De todos los tributos ofrecidos, uno de los mejores, más completos e informativos, ha sido la serie de ensayos con el título "SOBRE EL ORIGEN" publicados mensualmente en la revista Science del año anterior. Gracias a estos artículos he vuelto a soñar en las promesas que el darwinismo promete para la comprensión del universo.
La evidencia que respalda la Teoría de la Evolución de las Especies por la Selección Natural es tan abrumadora y completa que actualmente los detractores y negadores de aquella ya no saben con qué salir para siquiera hacer mella a tan gigantesca fortaleza de evidencia donde se resguardan austeros los principios del maestro.
Los creacionistas son los que generalmente se lanzan a la lid usando navajitas lisas de madera, tratando de herir a la verdad con fundamentos cerrados, desaliñados y malogrados que sucumben al mínimo análisis y se fundamentan en cuestiones de fe...¡Qué interesante es saber que hasta la tendencia humana a creer en dioses pueda ser explicada con esta teoría! En esta cuestión, ahondemos.
Estudios de algunos psicólogos experimentales (Justin Barret por ejemplo) han demostrado que el ser humano tiene una tendencia innata para identificar "sus capacidades" en otros seres vivos u objetos. Con "sus capacidades" nos referimos a las cualidades de pensamiento y personalidad propias de nuestra especie. Esta "hipersensibilidad" para identificar "capacidades" nos permite realizar analisis antropomorfistas del tipo: "el cocodrilo está llorando de tristeza" o "mira como reflexiona el lagartito" (...y Disney, aparte, debe tener mucho que ver en esto...); extrapolamos lo que nosotros sentiríamos o pensaríamos al observar la conducta de los animales. Ahora, cuando hacemos lo propio con fenómenos naturales es consecuente la creación de dios:
.-"el cielo se puso negro y ¿qué ha sucedio para que se enfurezca?".
.-"en la cima del nevado, ese gran ojo nos mira, nos juzga y nos protege"
Ni las nubes, ni las montañas tienen capacidad de decisión, peor aún nociones de voluntad; en última instancia a los fenómenos naturales y los objetos inertes les importa muy poco (permítaseme el mismo antropomorfismo) lo que nosotros pensemos que ellos piensan porque los objetos no pueden hacer esta última reflexión.
De la identificación de estas "capacidades" en objetos y seres no humanos, y la creación de templos y estructuras de adoración religiosa ya no hay gran abismo. Ahora, el mecanismo de la evolución, en este caso, se pone a correr porque aquellos grupos que identifican estos fenómenos bajo la gobernación de una inteligencia (de una capacidad humana) tienden a ser más cohesivos, más solidarios y mejor dispuestos a la supervivencia que otros grupos; de este modo, la creencia religiosa se ve favorecida a perdurar.
"El hombre es imagen y semejanza de Dios" es una sentencia humanísima y más bien debería decir "Dios es imagen y semejanza del hombre"; solo seres como nosotros podemos dotar a una creencia de voluntad, capacidad de juzgar, noción del bien y el mal, misericordia, decisión, etc y lo hacemos porque nos basamos en nosotros mismos ¿En qué más podemos basarnos para identificar algo superior si es lo único que nos permite nuestro precario conocimiento?
Nuestra condición de seres sociales es la que nos ha predispuesto a este tipo de identificaciones extrahumanas. En primera instancia esta capacidad es clave para poder trabajar y convivir en grupo (lo que es facorecido contra seres individuales) pues identificar en otras personas los matices de nuestra propia personalidad es lo que nos permite ser interactivos positivamente con los que nos rodean. Experimentos de imagen cerebral realizados con Resonancia Magnética Funcional (fMRI) mostraron que al pensar o reflexionar sobre Dios, las zonas cerebrales que se encendían (y por ende las zonas con mayor actividad en ese preciso momento) eran las mismas que se encienden cuando, normalmente, tratamos de entender lo que otros están pensando (Áreas del giro frontal inferior de ambos lóbulos frontales).
He ahí nuestra tendencia innata a convivir socialmente, identificar lo que somos en QUIENES nos rodean, identificar lo que somos en LO QUE nos rodea, crear dioses, crear ritos de adoración, crear religiones, sobrevivir, ser seleccionados naturalemente y prevalecer sobre aquellos que no realizan este proceso.
Toda esta reflexión ha estado inspirada en la gran teoría; para Darwin la cuestión era parecida y lo dejo referido en su libro The Descent of Man con la siguientes palabras: "Tan pronto como las facultades de imaginación, de formular preguntas, de curiosidad; junto con cierto poder de razonamiento, se vuelven parcialmente desarrolladas; el hombre naturalmente ansiaría entender que sucedió a su alrededor, y habría especulado vagamente sobre su propia existencia".
La religión es un tema que aparentemente dista mucho de la biología pura y más bien tiene tintes filosóficos y sociológicos; que espectacular que una teoría de un campo de la ciencia pueda ser utilizada para tratar de entender procesos tan complicados. La ubicuidad de esta teoría es uno de sus máximos exponentes experimentales, es uno de los motivos que inspiran a celebrar y dar vítores y loores para Darwin y para la Evolución.
Escrito por: Vakdaro
1 comentario:
Muy interesante el tributo al maestro Darwin. Es interesante como muchos de los ámbitos que el ser humano ha desarrollado se los puede comparar con la teoría y principios evolutivos de Darwin; a pesar, como bien dices, que se tratan de preceptos biológicos. La gran paradoja de la espiritualidad creada por el ser humano, inconscientemente, como un método adaptativo para subsistir de mejor manera es innegable. Como lo es también afirmar que la religión es necesaria. Gratos saludos
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