"La esencia de la tragedia dramática no es la infelicidad. Su solemnidad reside en el inevitable curso de las cosas {...} Esta inevitabilidad del destino solamente puede ser ilustrada en términos de la vida humana por incidentes en los cuales se involucre la infelicidad. Es sólo a través de ellos que la inutilidad de escapar puede hacerse evidente en el drama" -Whitehead-
Con esta definición de tragedia, Garret Hardin, se involucra en un cuantioso análisis del bien común en su artículo clásico, The tragedy of de commons, publicado por primera vez en 1967. Ya en esa época, estaba claro el problema que representa la propiedad pública, y a lo largo de sus letras nos presenta un camino directo hacia el desastre en todas aquellas actividades en las que la sociedad no tiene restricciones: la contaminación, las reservas naturales, los recursos globales, etc. Esto debido a la condición natural del hombre. De los muchos ejemplos que pone el artículo uno que ejemplifica al máximo el suceso es el siguiente:
Existe una pradera llena de recursos donde ha llegado el hombre ha instalarse. Luego de haberse ubicado en determinado sitio, empieza la explotación del mismo. Cada uno de los recién llegados tiene una parte del terreno y por ende una parte de los recursos, por un tiempo, eso está bien. Luego llegan más personas a la misma pradera y como todos tienen el mismo derecho a la vida, a una vivienda, a la alimentación, etc, se instalan en otros lugares. Dado que todos quieren vivir largo tiempo, y que sus generaciones perduren por siempre (nadie piensa en vivir plenamente individualmente...), la idea de compartir el terreno les lleva a apropiarse de mayores pedazos de tierra en su propio beneficio. Todos los habitantes van a empezar a sobreexplotar los recursos de este sector; a la larga, la ambición individual de cada uno (y "cada uno" aumenta con cada recién llegado) va a convertir el otrora idílico terreno en un desierto sobrepoblado, sobreexplotado con habitantes hambrientos y desesperados; el bien común fue destrozado.
En este mismo ejemplo, podríamos encontrar una solución. Que tal si los habitantes fuesen sabios y prudentes y evitarán apropiarse de áreas que no les corresponden. Necesariamente las personas que piensen de este modo tendrían que ser sabias. Mirar a su alrededor aquello que pueda traerles más beneficio y no aprovecharlo en nombre del bienestar póstumo de todos los habitantes de la región es algo que implica mucha reflexión. Si todos pensaran así, podrían vivir con lo necesario (no con el exceso) largo tiempo sin destruir el bien común. Lamentablemente basta que uno solo piense de forma distinta para que empiece a aprovecharse del recurso y tilde a los otros de estúpidos; obviamente no va a ser uno solo dado que el número de sabios y prudentes es bajo hasta en las mejores sociedades (de 10 unos 3 son sabios), por tanto esta idea no es una solución.
Santa Cruz del islote, Colombia, la isla más densamente poblada (1200 personas por hectárea), un ejemplo de la tragedia
Aparte de que los habitantes sean sabios, debería existir otra condición para evitar el desastre: no deberían llegar más personas a este lugar. Para que esto suceda, no debería haber más personas...sin embargo:
"La Declaración Universal de los Derechos Humanos describe a la familia como la unidad natural y fundamental de la sociedad. Por tanto, cualquier elección y decisión con respecto al tamaño de la familia debe irrevocablemente ser tomado por la propia familia, y no puede ser tomada por nadie más"
Lo que nos lleva a otro aspecto de la tragedia. La libertad que la población tiene de reproducirse a sus anchas es una de las consecuencias desastrosas de que la reproducción sea un bien común. Restringir esa libertad sería irse contra la ONU y los derechos humanos, algo que debería hacerse, o por lo menos plantearse. Sin embargo, hablar de los sesgos de la declaración de los derechos humanos es un taboo. Para abordar el tema, debemos recordar que la declaración fue puesta en vigencia en 1948 cuando el derroche pasional global de emociones por los genocidios de la segunda guerra mundial nos llevó a establecer preceptos importantes sin la objetividad necesaria del asunto. El exceso de población que hoy por hoy abarrota cada rincón es un anticipo del apocalipsis malthusiano que viene de por medio.
"La Declaración Universal de los Derechos Humanos describe a la familia como la unidad natural y fundamental de la sociedad. Por tanto, cualquier elección y decisión con respecto al tamaño de la familia debe irrevocablemente ser tomado por la propia familia, y no puede ser tomada por nadie más"
Lo que nos lleva a otro aspecto de la tragedia. La libertad que la población tiene de reproducirse a sus anchas es una de las consecuencias desastrosas de que la reproducción sea un bien común. Restringir esa libertad sería irse contra la ONU y los derechos humanos, algo que debería hacerse, o por lo menos plantearse. Sin embargo, hablar de los sesgos de la declaración de los derechos humanos es un taboo. Para abordar el tema, debemos recordar que la declaración fue puesta en vigencia en 1948 cuando el derroche pasional global de emociones por los genocidios de la segunda guerra mundial nos llevó a establecer preceptos importantes sin la objetividad necesaria del asunto. El exceso de población que hoy por hoy abarrota cada rincón es un anticipo del apocalipsis malthusiano que viene de por medio.
El planteamiento de Thomas Malthus es que el crecimiento exponencial de la población no se equipara al crecimiento aritmético de la producción de alimentos.
Para finalizar, el autor propone soluciones que están en vigencia en determinados aspectos como la propiedad privada. Esta solución se plantea en el contexto de estrategias que limiten el libre acceso de todos evitando definitivamente a cierto grupo y por tanto evitando el exceso; en este caso, el sacrificio (pagar una multa por ejemplo), si bien es molestoso, asegura el bien común. A esta propuesta el autor la llama "coerción mutua" y es necesaria puesto que, en sus palabras, "la injusticia, es preferible al caos total".
Ahora, el artículo presenta una narración fluida y su estructura goza de un carisma particular; sin embargo, puede presentar ciertos rasgos que el lector puede identificar como falaces. Podría decirse que los ejemplos utilizados son muy sencillos y que no abarcan el aspecto más generalizado del asunto; podría decirse, también, que el autor espera una solución moralista, lo que transformaría su análisis en una mera lección de valores.
Personalmente, esta visión cruenta me permite mirar alrededor con una resignación irónica, desde los ejemplos más risorios hasta los más complicados la lucha del individualismo humano nos lleva indefectiblemente a consumir para siempre, primero los recursos, y después a nosotros mismos.
A su disposición dejo el artículo:
Para finalizar, el autor propone soluciones que están en vigencia en determinados aspectos como la propiedad privada. Esta solución se plantea en el contexto de estrategias que limiten el libre acceso de todos evitando definitivamente a cierto grupo y por tanto evitando el exceso; en este caso, el sacrificio (pagar una multa por ejemplo), si bien es molestoso, asegura el bien común. A esta propuesta el autor la llama "coerción mutua" y es necesaria puesto que, en sus palabras, "la injusticia, es preferible al caos total".
Ahora, el artículo presenta una narración fluida y su estructura goza de un carisma particular; sin embargo, puede presentar ciertos rasgos que el lector puede identificar como falaces. Podría decirse que los ejemplos utilizados son muy sencillos y que no abarcan el aspecto más generalizado del asunto; podría decirse, también, que el autor espera una solución moralista, lo que transformaría su análisis en una mera lección de valores.
Personalmente, esta visión cruenta me permite mirar alrededor con una resignación irónica, desde los ejemplos más risorios hasta los más complicados la lucha del individualismo humano nos lleva indefectiblemente a consumir para siempre, primero los recursos, y después a nosotros mismos.
A su disposición dejo el artículo:
1 comentario:
Pareciera que aquella libertad de decisión acerca de la familia lo que hace es camuflar una competencia por recursos de manera sutil. Si lo vemos desde un punto de vista "darwinista", se podría decir que aquella familia con la mejor estrategia para aprovechar los recursos ganará a los demás; si todas buscan aumentar su descendencia, sólo las ganadoras lo harán en verdad. o no?, porque por otra parte, necesitamos a la final de otras personas para subsistir en la sociedad, y por ende de otras familias. Entonces nos conviene un equilibrio, que ellas también puedan prosperar. Es mejor entonces entrar en una fase de competencia más sutil aún y mostrarlo como un negocio: yo quiero prosperar, pero no acaparando a otros. Me parece conveniente lo de aquellas restricciones. Pero claro que esto está sujeto mucho a las presiones que se viven en una época determinada. Pienso que en la actualidad sí conviene dejar a un lado ciertos "taboos", como lo de límite de natalidad; lo necesitaremos no solo para sobrevivir, sino también para llevar vidas dignas, un anhelo que todo ser humano en la carrera de su subsistencia tiene en mente.
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