sábado, 25 de diciembre de 2010

¡Feliz Sol Invicto!

Por: Carlos Antonio Rodríguez

La antigua festividad pagana del Sol Invicto ha tomado popularidad reciente, debido en gran parte a la famosa explicación que la película Zeitgeist propone respecto a la vida de Jesucristo. En este controversial documental se presenta a Jesús como una figura recurrente en varias religiones que bajo los nombres de Zoroastro, Horus, Prometeo, Atys, y otros más, pretende explicar mitológicamente el movimiento del Sol en la esfera celeste a lo largo del año. Precisamente, el 21 de diciembre ocurre el solsticio de invierno ( de verano para el hemisferio sur), fecha en la que el Sol se encuentra en el punto más austral de su movimiento anual; después, el Sol empieza a moverse hacia el norte, anunciando que la primavera está en camino (disculpas por el carácter norteño de la historia, pero fue desde ahí donde se difundió). El cambio de dirección en la trayectoria del Sol es notorio desde el 25 de diciembre; y por ello, según el autor de Zeitgeist, la navidad no es nada más que una historia que encubre el renacimiento del astro rey, y de la salvación para la Tierra, pero de la hostilidad del frío invernal.



Varios expertos han refutado mucho de lo que se dice en Zeitgeist (y no me refiero tan sólo a las clásicas páginas evengélicas y apostólicas; han habido críticas por parte de fuentes como la revista Skeptic). Además, hay quienes opinan que una de las referencias fundamentales de la película, un libro del egiptólogo Gerald Massey, carece de la seriedad necesaria para considerarla verosímil. En mi opinión sí se exageró en muchos detalles, pero hay cosas que difícilmente se prestan a dudas entre expertos. Por ejemplo, no es sorpresa que la navidad se haya impuesto sobre no solo una, sino varias celebraciones paganas que tenían como objeto el culto al solsticio de diciembre (aunque Joseph Ratzinger diga que tiene ciertos argumentos que apoyarían lo contrario). La más conocida es la festividad del Sol Invicto, el dios solar oficial de Roma, instituida en el año 274 por el emperador Aureliano para consagrar el advenimiento de la primavera. Muchos se preguntarán cómo es posible que la navidad haya suplantado una fiesta instituida después del nacimiento de Cristo; pero hay que considerar que también hubieron festividades más antiguas consagradas al Sol y celebradas en la misma fecha (eg. Saturnalia) que pudieron haberse prestado como antecesoras, y que muchas fiestas cristianas adquirieron un carácter más oficial luego de la época de Constantino (siglo IV).

El dios romano Sol

Y no sólo fue en Roma: cuando el cristianismo se expandió al resto del mundo, tuvo que imponerse sobre otras costumbres de la misma importancia. Por ejemplo, en la Europa alpina la gente acostumbraba a disfrazarse de personajes mitológicos en época del solsticio de diciembre (muy parecido a una fiesta de Halloween), y entre ellos era popular el hombre cabra llamado Krampus. Los cristianos tuvieron muchos problemas para que la gente se olvidara de tales "perversidades demoníacas"; así que no les quedó más remedio que acoplarse a ellas. La historia muchas veces nos demuestra que la lucha entre ángeles y demonios no siempre termina con vencedores indiscutidos, sino que hay que recurrir a la negociación. Krampus adquirió un nuevo rol en el folclor europeo como un demonio navideño, compañero de nadie más que San Nicolás. Mientras el santo repartía presentes a los niños buenos, Krampus azotaba y hasta secuestraba a los malcriados. Antes del siglo XX era común ver juntos a ambos personajes en las tarjetas navideñas, como si fueran compañeros entrañables de trabajo. He aquí un ejemplo:

Y por supuesto, la región andina también fue escenario de intentos de entierros de antiguos ritos; con mayor razón, si se considera que las civilizaciones prehispánicas tenían un excelente conocimiento sobre los movimientos del Sol. Todavía nos quedan ecos de esas celebraciones, y por ello es común escuchar los nombres de Cápac Raymi o Inti Raymi en estas fechas. Están ahí para recordarnos el paso de otras civilizaciones; y no se permite que desaparezcan del todo porque de hecho ayudan a complementar el mito cristiano, que por sí mismo no satisface ciertos aspectos rituales del comportamiento humano.

Es así que sea cual fuere la razón por la que usted celebra la navidad, le deseo lo mejor para estas fiestas, recordándole que el carácter de la época es todavía más universal que lo dispuesto por una sola entre tantas historias propuestas para la ocasión.

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