viernes, 25 de julio de 2008

La Gran Mansión (Parte II)


El trabajo de cientos de personas sobre el conocimiento de un casero bien vestido y una gran mansión por supuesto que brinda frutos…
Los medios por los cuales la mansión se mantiene en pie eran de cognición trabajosa pero que solo dependían de paciencia y suficiente esmero por parte de los estudiosos para ser descubiertos: columnas, pilastras, contrapesos, pisos, pavimentos, empedrados, azoteas, techumbres, etc todo elemento que forma la estructura “esquelética” de la casa fue valorado y archivado; y sobre cada elemento se hicieron múltiples trabajos…
Con el mayordomo la situación era mucho más difícil: la descripción de su forma variaba constantemente, en dos años de investigación y observación de 163 estudiosos que le valoraron no se logró ninguna coincidencia en las comparaciones de datos; así el objeto de estudio era alto, bajo, calvo, robusto, escuálido, y eso solo hablando de sus características de “simple vista”, sus ojos, sus expresiones faciales, sus dedos, sus dientes…Si pensamos en el mozo de la mansión de la forma más simplista posible, es decir: una especie de maniquí que consta de una cabeza (una esfera sin ningún otro elemento) unida a un tórax (un cubo vacío) al cual están adosados a su vez cuatro largas prolongaciones romas (dos arriba y dos abajo) podemos deducir que van a ver 720 combinaciones posibles, y todas son aceptables ya que en determinadas ocasiones ha sido descrito el mayordomo como una aglomeración aberrante de todos sus elementos, aquellos investigadores que tuvieron la osadía de describir al empleado tal como lo vieron sucumbieron (fueron modificados vivos para parecerse a su dibujo) ante el descontento, temor e indignación de todos aquellos para los que existían límites para las combinaciones que no podían ser traspasados. Uno de los más serios presentadores de los bocetos de mayordomos aberrantes pintó más de 200 aberraciones de forma, de las más simples a las más complejas…en honor a su más célebre representación le sacaron los dedos de los pies y les acomodaron todos en sus globos oculares, en la nariz los dedos de las manos, sus brazos (cortados desde el hombro) cada uno en su pecho y cada oreja en cada testículo; era uno de los dibujos más factibles pues no comprometían ninguna extirpación mortal pues cada herida era cauterizada con fuego para evitar desangramiento. De todos esos mártires solo nos queda la posibilidad de más combinaciones.
Para tener más claro aún el panorama hay que ver que ese intento por descifrar al mayordomo dejaba a un lado la infinita combinación de manifestaciones sociales y subjetivas a veces era gracioso, otras hostil, su carácter era indiferente, jovial, antipático, melancólico, esas variables no fueron y nunca serán cuantificables, y aparte de todo eso, los gestos humanos naturales también se sometían a variaciones y entrecruzamientos aterrantes como por ejemplo la sonrisa cariñosa con admiración obscena…
Muchos dejaron a un lado el estudio metodológico y paciente para dedicarse a admirar ciegamente y a alabar al personaje; para muchos era dios mismo, el iluminado, el elegido, el ungido, el hijo divino; era mucho más fácil aceptar que el mayordomo era un producto inextricable, incognoscible e inalcanzable creado y puesto ahí por fuerzas maravillosas igual de inescrutables…
Así se paso de los bocetos a las escrituras fervientes rebosantes de fe de los creyentes. Los fundadores de la secta: los salvadores del traje convencieron a decenas de aprendices para dejar las filas de la verdad y subirse al tren de la fe…
Sin embargo en este punto algo se avanzaba, Sigmund Freud, un aplicado y brillante descubridor se dio el lujo de tratar de ubicar patrones analizando los reportes de cada uno de los encuestadores. Se dio cuenta que dependiendo del ánimo intrínseco del entrevistador (refiriéndose al ánimo verdadero, esencial que solo conoce cada persona en su interior) el mayordomo mutaba casi a lo contrario aunque siempre hubo excepciones, la propuesta se cumplía en un 65% de las ocasiones. A pesar de ser tan ingenioso Freud aplaudió el asesinato de los que miraban la deformación completa, de ellos dijo: “En buena hora destrozaron a esas piedras sin esencia”; sentencia que fue utilizada para que una nueva ola de atropellos se hiciera presente, incluso contra el mismo Freud.
Ahora con los estudios alcanzados sobre la arquitectura se procedió a construir réplicas. Un acto previsible pues los seres humanos nunca dejamos una cosa reproducible sin reproducir. A lo largo de los años se fueron construyendo muchas otras mansiones…unas tan exactamente iguales que eran dignas también de fe. Los salvadores del traje sufrieron disrupciones, traiciones y terribles masacres entre ellos mismos pues muchos consideraron que en esos duplicados solo faltaba el soplo del Mesías para que se produzca el despertar; argumentando a la vez que un todopoderoso nunca sería tan egoísta para evitar que el objeto de su devoción no pueda ser copiado para la satisfacción de todos. Otros trataron de llevar al mayordomo hacia las copias mejoradas, restauradas y aún más hermosas, pero descubrieron que luego de cierto perímetro el mayordomo se derretía en 2 segundos con su total desaparición hasta el día siguiente.

Escrito por: Vak (Daniel Romero)

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